domingo, 4 de septiembre de 2011

03/09/2011. Carambolo en vez de cejudo...

Desde hace mucho tiempo, creo que desde que nos conocemos, el pajarero zamorano Víctor Salvador y yo tenemos una idea que nos calienta la cabeza. Y es que pensamos que en unas zonas de la vega del río Salado, entre Torres del Carrizal y Cerecinos del Carrizal, podría haber paso de carricerín cejudo. Son praderas de carrizal bajo, llanas y divididas por un pequeño río repleto de carrizo y espadaña, con recorrido norte-sur. El problema es que la sequía en esta zona es muy aguda la mayoría de los años y estas praderas no permanecen inundadas durante el mes de agosto y septiembre (época de paso de la especie y requisito indispensable para el mismo). Pero, hace un par de días, Víctor localizó un pequeño remanso encharcado que cumplía, en principio, las condiciones para albergar algún carricerín cejudo, en Cerecinos. El problema es que las fechas ya estaban un poco al límite debido a que el pico de paso de este pájaro es a mediados de agosto pero no eran del todo malas. Víctor dejó las redes preparadas el día antes por lo que podríamos estar al amanecer en el sitio.
Y así fue pero, adelantando que no cogimos ningún cejudo en toda la mañana, vamos a lo gordo. Estábamos haciendo tiempo para ir a recoger la primera remesa del día cuando nos sobrevoló un chorlito carambolo. El hábitat de la zona, en pricipio, es óptimo para albergarlo en paso pero es una especie muy, muy poco citada en la provincia de Zamora. Casi tanto como el ostrero, del que hablamos el otro día. La observación duró justo lo que tardó en pasar por nuestras cabezas, a baja altura eso sí. Nos miramos el uno al otro con cara de estupefacción ante lo que acababa de suceder y ninguno nos atrevíamos a decir lo que pensábamos. Bueno, yo acabé musitando: "¡joder, eso es un chorlito carambolo!". El tema es que aún había muy poca luz y la óptica permanecía metida en la mochila. En ningún momento emitió reclamo alguno pero pudimos apreciar perfectamente los colores ocres por debajo, que carecía de banda alar y su cuerpo corto y rechoncho. En fin, que no había dudas, solo la conmoción de la observación completamente inesperada. Por cierto, mi primera observación en mi tierra. Pero los carambolos son así, fuera de sus lugares habituales de paso, son como fantasmas que van y vienen...
En cuanto a la jornada de anillamiento bastante decente. Víctor tuvo una tarde anterior mucho mejor, cogiendo algunas especies que no capturamos hoy: lavandera boyera, carricero común, golondrina común, triguero... etc. Hoy amaneció muy gris, con una fresquísima brisa del oeste que molestaba bastante, además de inflar las redes e impedir una correcta actividad anilladora. Incluso tuvimos un rato de nieblina. Esta mañana tuvimos: papamoscas cerrojillo, curruca mosquitera, buitrón, ruiseñor bastardo, jilguero, pardillo común y mosquitero musical. Al menos, hasta que yo me fui ya que tuve que dejar el lugar debido a un problema familiar que me surgió, a eso de las 11:00 h.
En mi opinión, esta fue la estrella de la mañana, ¡por bonito el condenao!, un buitrón.
Otro pájaro espectacular, no por su coloración, si no por esa silueta de alas cortas y cola larga, ideales para moverse en lo más profundo del carrizal, el ruiseñor bastardo. Pájaro que muchas veces se oye, pero no se ve. Cogimos un par de ellos. Este es un macho. Otro de esos pájaros de colores apagados que no se dejan ver con frecuencia, la curruca mosquitera.
Y uno de los abundatísimos mosquiteros musicales que había en la vega del Salado.
Esta fue la especie que más capturamos, el jilguero.






Y un primo suyo, el pardillo común.


Además, por allí, buen paso de tarabilla norteña, con varios ejemplares. Un águila calzada y un ratonero asociados misteriosamente y volando juntos, tanto en térmicas como en vuelo lineal. Algún aguilucho lagunero y una preciosa águila culebrera.


Justo antes de irme pudimos observar, bastante decentemente para lo que son estos animales, un bonito armiño recorriendo un camino en todo su perímetro, hasta que se perdió detrás de una curva.


Y volviendo a casa, un alimoche adulto posado junto a la carretera, justo antes de Fuentesecas.


Nunca olvidaré que mi primer chorlito carambolo zamorano fue un regalo de mi abuelo justo antes de morir.


¡Descansa en paz abuelo y gracias por todo lo que me enseñaste!

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