sábado, 24 de enero de 2015

22/01/2015. Siguen las barnaclas en Villafáfila

Hace dos días estuve en la R.N. Lagunas de Villafáfila en horario de mañana, entre las 11:00 y las 14:45. Por fin pillé unas horas sin prisa y, encima, con un tiempo bastante decente. Sol a tope, con esa luz tan fantástica que tenemos en la Meseta en invierno. Si no hubiera sido por una "brisa" del norte que se levantó a partir de las 12:00, hubiera sido perfecto. Me hizo tirar de gorro y guantes a mediodía...
Pocas novedades respecto a lo que llevamos visto este mes. Por supuesto, las estrellas siguen siendo las 3 barnaclas carinegras que llevan con nosotros ya 20 días. Eran 4 pero, seguramente, alguna habrá acabado en las garras o las fauces de algún depredador o en pepitoria en algún hogar cercano... Tardé en localizarlas y, cuando lo hice, estaban en medio de un enorme grupo de gansos junto a la laguna de Barillos, en Revellinos. La distancia no era baladí pero, eso sí, menor que la que me separaba de ellas el primer día que las vi. 
El gran bando de gansos describía una media luna enfrente de mi, quedando unos cuantos con una luz excepcional mientras que otros iban teniendo la luz de lado hasta, los últimos, a un contraluz completo. Bien, pues las 3 carinegras estaban en medio, con una luz ligeramente lateral. Se alimentaban con ganas, al igual que el resto de anseriformes, y tenían querencia por un pequeño banco de arena donde, parecía, había algo de agua ya que las vi beber allí, al igual que al resto de los gansos. Unas fotos.




A ver si me dan una tercera oportunidad y, es en esa, cuando las tenga más cerca.
La otra observación de interés la tuve nada más llegar y en la primera parada, junto a la laguna de San Pedro, en Villarrín de Campos. Estaba repasando algunos gansos que estaban contra la parte de Las Salinas cuando, en un palomar arroñado que estaba muy, muy lejos... ¡en Birmingham! (que diría mi amigo Álex), había una rapaz grande acosada por córvidos y milanos reales. Tirando de telescopio y con los aumentos a tope la identifiqué como un águila real, tomando unas fotos y sin darle mayor importancia.
Una vez en casa y con la foto ya editada, me llamó la atención que su tamaño era más pequeño que una real, comparándola con los dos cuervos que tenía al lado que eran casi del mismo tamaño, además de otros detalles como estructura, manera de estar posada, etcétera,  y pensé en que fuera una perdicera. Pero seguí en mis trece e hice caso de la primera impresión.
Posteriormente me he enterado de que han visto un águila perdicera allí mismo el día anterior (21 de enero). Parece que el misterio se fue desvelando. Mi identificación inicial no era correcta. Nunca he visto perdicera dentro de los límites de la Reserva (aunque hay varias citas) y sí real, y bastante a menudo durante algunos inviernos. Me falló el subconsciente y el no fijarme correctamente, además de la distancia y el poco tiempo invertido en mirarla bien. En fin, que no hay excusas.
Hace un momento le he pasado la foto a un experto rapacero que me confirma que es un águila perdicera de, seguramente, 2º-3º cy.
Por cierto, es mi primer registro dentro de los límites de la Reserva Natural, lo que hace la especie número 233 para mi allí. Aquí tenéis la foto.


Volví a ver al pequeño grupo de zarapitos reales que está pasando el invierno aquí, compuesto por solo 8 ejemplares. Hoy estaban en la orilla de Otero de la Salina Grande y con la luz a favor, por lo que puedo enseñároslos.

Antes me quejaba de la distancia a la que estaban las barnaclas. No creáis que siempre se ven los gansos tan lejos (es verdad que suele ser lo normal). A veces y en algunos puntos concretos, los puedes tener muy cerca y sabes como moverte entre ellos. Imaginaros que las barnaclas, o alguno de los caretos que hay este invierno, hubieran estado con estos de las fotos...


Se que para la gran mayoría os parecen aves poco atractivas, simplonas y torpes pero son verdaderas máquinas de potencia en vuelo. Hasta su sangre, su corazón y su sistema circulatorio en general, son especiales para aguantar grandes distancias y conseguir grandes alturas de vuelo. 
Este año solo hay aquí 6.500 ejemplares, cada vez menos. Lejos han quedado los casi 40.000 que invernaban en la Reserva a mediados de los años noventa. Esta tendencia es general así que, yo que vosotros, no dejaría de disfrutar de su presencia por si, en un futuro no muy lejano, dejan de venir para siempre...
Aquí un "pico naranaja" y un "pico rosa".

Entre los bandos de gansos, siempre hay algún infiltrado.. Infiltrada en este caso...

Este invierno es tan pobre en aves que casi cuesta ver hasta avefrías. Otros inviernos, recientes incluso, hemos contado aquí de 5.000 a 10.000 aves, solo en la zona del complejo lagunar. En un día como este de mi última visita, dudo que contara más de 15-20 ejemplares... ¡lo digo en serio!. Eso sí, los pocos que hay son muy agradecidos, como es costumbre por aquí.

Un cernícalo vulgar quitándose la helada en una pradería.

Y un mochuelo soleándose, cogiendo temperatura al abrigo del montón de piedras que forman su casa. Otra de las especies agradecidas y míticas en la Reserva.

Volviendo ya a casa, me encontré con un pequeñísimo bando de 7 avutardas en Pozoantiguo, ya en la comarca toresana. Digo pequeñísimo porque venía de Villafáfila donde vi otro que rondaría los 200 ejemplares. Un grupo de machos bastante cerca de la carretera.

Al fía siguiente fui a buscarlos pero no estaban en el punto ni en los alrededores. Se habían movido un par de kilómetros, estando ya cerca de otro pequeño pueblo llamado Villardondiego. Dos de ellas vigilaban desde lo alto del teso con la primera luz potente de la mañana.

Y en Pinilla de Toro, un mochuelo más. También del día 23.



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