Ayer pase un rato por Villafáfila. Al igual que en el resto de la provincia de Zamora y la zona oeste de todo Castilla y León, estamos asistiendo a un importante episodio de lluvias tormentosas que están dejando bastantes litros de agua en el suelo. Se que el momento no es bueno para muchas cosas: producción de cereal, aves jóvenes muy pequeñas aún en el campo, etc... Pero más vale tarde que nunca porque la sequía que sufrimos por aquí es terrible.
Según los registros de AEMET ayer cayeron 42 litros sobre la Reserva. De hecho cuando volvía a casa, pero sin detenerme, la Salina Grande presentaba una lámina de agua en TODA su extensión. Es cierto que hay que tomarlo con precaución porque en ese momento llovía. Habrá que esperar a que deje de hacerlo durante un par de días y que se asiente el agua para poder ver cual es el efecto de verdad sobre el humedal. Pero lo que está claro es que algo nos quedará y teniendo en cuenta que estaba todo completamente seco, cualquier gota es bienvenida.
El mayor problema de estas tormentas es que descarguen en forma de granizo, como hizo ayer sobre las 18:45 horas durante un par de minutos en que parecía que se venía el cielo encima. Una de estas tormentas puede acabar con la vida de los pollos de pocos días de especies que crían en zonas abiertas como perdices, avutardas, sisones, aláudidos y, en el lugar en que estaba junto a mi amigo Pepe San Román, con pollos de gaviotas reidoras, avocetas o chorlitejos chicos, por ejemplo. Por suerte parece que las tormentas de estos días no han causado bajas aparentes ya que había los mismos pollos que pude ver en mi visita del día 06.
Aquí unas imágenes del momento de la granizada y de como aguantan estoicamente las gaviotas bajo el temporal.
Las que están sobre los nidos, ni se mueven.
Incluso esta hembra de tarro blanco aguanta el momento como puede. Este ejemplar no puede volar. Un desgraciado la tenía privada de libertad en su casa y, para que no huyera, le había cortado todas las plumas de vuelo. Por suerte ha acabado aquí donde se alimenta con normalidad y ya le están creciendo las plumas nuevas. Pronto podrá volar y conocer al resto de tarros blancos que forman la magnífica población que tenemos aquí, tanto en época reproductora como invernante.
Después de la tormenta, la gaviota cabecinegra salió de su nido y se pegó un baño a unas pocas decenas de metros de nuestra posición para, después, volar hacia las zonas de alimentación. No vimos relevo alguno en el nido. Si lo hubo no nos enteramos. Esto puede ser, por ejemplo, porque el relevo se lo haya dado una gaviota reidora y se nos haya pasado totalmente desapercibido entre la colonia. Ya sabéis que por aquí somos propensos a crear híbridos. Recordar que el nido donde incuba este ejemplar no está visible debido a la vegetación que lo rodea.
La bella gaviota cabecinegra.
Del resto de especies, poca chicha. Nos dedicamos a tantear como estaba la población de pollos viendo, como ya he dicho antes, que no ha habido bajas aparentes. Aquí una avoceta y su retoño.
De limícolas pocas novedades. La más reseñable fue un correlimos menudo. No es raro pero si escaso en prenupcial y más en pleno mes de junio.
También había agujas colinegras, 8 ejs., que no sedimentaban en el lugar por culpa de las avocetas, que las expulsaban rápidamente para que no se acercaran a sus pollos. Entre ellas había un ejemplar de la subespecie islandica, pero a la única que pude fotografiar porque aguantó un momento posada, fue a esta de la ssp. nominal. Preciosos, en plumaje nupcial, estos limícolas.
También hay 11 archibebes comunes como el de esta foto.
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