lunes, 9 de mayo de 2011

Sayago, la Zamora mediterránea

En el suroeste de la provincia de Zamora hay una comarca que se llama Sayago. Muchos la conoceréis porque es donde se encuentran los o las, según autores, Arribes del Duero. Otro día dedicaremos entradas a este Parque Natural que está compuesto por territorios de Zamora, Salamanca y Portugal. Pero las joyas de los Arribes no están solo ahí, sino en toda la comarca que los rodea.
Sayago se caracteriza por ser un territorio formado por hábitat de composición mediterránea, con grandes extensiones de encinas principalmente, salpicadas de riberas con chopos, fresnos, álamos y demás vegetación de ribera. Además, donde aún no hay explotaciones ganaderas extensivas, se conserva un monte bajo decente. Otra característica singular son sus afloramientos graníticos que, en algunos lugares, forman figuras de una belleza desbordante, apareciendo grandes rocas en medio de la nada. Todas estas piedras (las más pequeñas, claro) se han utilizado, desde tiempos ancestrales, para separar las distintas tierras, eras, prados o corrales de las gentes que habitan esta austera y pobre (económicamente hablando, a lo largo de su historia) comarca, pero rica en valores naturales. A estas pequeñas paredes aquí las llamamos "cortinas".
Pero dejaré el tema botánico, geológico y folclórico y hablaré de sus bichos, que es de lo que conozco un poquito. Si alguno queréis hablar alguna de vez de estos temas, estáis invitados a hacer una entrada en este espacio.

Con estas, hace unos días me propuse hacer un recorrido por mi querido Sayago (tengo raíces paternas que provienen de pueblos como Sobradillo de Palomares, La Tuda o Malillos). Como aún no estoy repuesto del todo de mi lesión de rodilla, me dediqué a conducir por carreteras secundarias (casi todas las de esta zona) y caminos que permitían la circulación decentemente. Tenía un objetivo principal y es que quería observar alguna de las escasísimas parejas de carraca que tenía controladas por aquí, hayá por los años 2001-2002 que es cuando las estuve observando por última vez. Hice bastantes kilómetros (por términos de Pereruela, Sogo, Bermillo de Sayago, Piñuel, Fresno de Sayago, Almeida, Viñuela de Sayago, La Tuda, etc...) prospectando cables de la luz, postes, cercados ganaderos, árboles secos y demás posaderos típicos para la especie, pero no dí con ninguna. Conmovido por esto puse un mensaje en el foro de ornitología NaturZamora para ver si alguien me explicaba la situación de esta especie en la provincia en los últimos años (yo he estado 6 fuera) y la respuesta fue más conmovedora y triste aún. Los ornitólogos locales dan por extinta a la especie en la provincia, al menos, como reproductora ya que no observan ninguna pareja, como mínimo, desde mediados de la pasada década. O sea, casi el mismo tiempo que llevo yo fuera de Zamora. A ver si con mi regreso, vuelven ellas también.


En la comarca de Sayago tenemos varias de estas joyas aladas de distribución mediterránea. Además de las extintas carracas (de las que podríamos ver alguna solitaria de vez en cuando), tenemos otras especies típicas de este hábitat como: cigüeña negra, águila perdicera, rabilargo, golondrina dáurica, elanio común, águila culebrera, escribano hortelano, curruca cabecinegra, curruca mirlona, collalba rubia, alondra de Dupont, cogujada montesina, chotacabras pardo, críalo europeo o gorrión moruno, por poner unos ejemplos. Hasta hace poco había, además, algunas parejas de collalba negra, seguramente extinta hoy también.


Es curioso como mientras algunas especies desaparecen de nuestros campos poco a poco (carraca, collalba negra, alondra de Dupont) otras, que en principio explotan el mismo tipo de hábitat, están en franca expansión en nuestra tierra (elanio común, golondrina dáurica o gorrión moruno). El caso de este último pajarillo es excepcional ya que me fui de Zamora cuando iban apareciendo colonias cada vez más al norte y, hoy en día, se encuentra muy bien distribuido por gran parte del occidente de la provincia llegando a ser, aquí en Sayago por ejemplo, muy abundante. En esta foto un macho cerca de Viñuela de Sayago. Con lo abundante que es no creo que tarde en poner alguna foto más decente, pero este día estaba a otra cosa.

Sayago recuerda, en muchas de sus partes, a Extremadura. Sobre todo en la zona más sureña donde ya han transformado mucho el hábitat para utilizarlo en la crianza de ganado bravo y cerdo ibérico, formando grandes dehesas abiertas. Pero todavía quedan rinconcitos de lo más original donde poder darse un buen paseo. Mención especial me merecen las riberas donde el agua solo corre los años en los que las lluvias son decentes, como este. Ahora están pletóricas de vegetación dulceacuícola mostrando su belleza elevada a la máxima expresión. Este es el puente romano-medieval de Sogo. Un buen sitio para observar varias de las especialidades que he mencionado antes, incluída la cigüeña negra, que pesca ranas en sus aguas.

Sayago es una comarca rica también en anfibios y reptiles. En estos días, las riberas y charcas están llenas de larvas de sapos y ranas: ranita de San Antón, rana común, sapo común, sapo de espuelas, sapo corredor, etc.. Además el gallipato es relativamente abundante, así como los tritones jaspeado e ibérico. Muchas de las fuentes donde bebe el ganado son sitios ideales para observar estas especies. También en el agua podemos encontrar a las dos tortugas acuáticas de nuestro país, el galápago leproso y el galápago europeo. Y, como no, a las dos culebras acuáticas, la culebra de collar y la culebra viperina. Una foto de esta última en la ribera de Sogo.



Y un detalle de una parte de la misma ribera colmatada de vegetación.

Además de los reptiles acuáticos, el elenco herpetológico se completa con el resto de culebras terrestres como la culebra de escalera, la culebra bastarda, la víbora hocicuda... etc., así como con los diversos lacértidos, destacando por su abundancia la laguartija colilarga y el lagarto ocelado.

Y quiero acabar hablando de otro animal que también es una joya de mi provincia y que encuentra en Sayago uno de sus mejores bastiones, a pesar de no ser el núcleo principal de su población, es el burro de raza zamorano-leonesa. Hace no muchos años era un fiel compañero de trabajo del hombre, pero con la llegada de la motorización masiva del campo, muchos de ellos pasaron a un segundo plano y fueron desapareciendo. Pero gracias a la atención prestada por varias instituciones y asociaciones se ha logrado recuperar y hoy en día goza de una salud excepcional. En mi recorrido del otro día me detuve unos minutos en un prado de Piñuel donde se alimentaban ociosamente varios de estos burros lanudos. ¡Son una maravilla que debemos conservar!
Ya os he presentado otro rincón de mi tierra.

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